“Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue no aceptar las cosas como dadas. A mi no me bastaba que me dijeran que eso era una mesa o que la palabra ¨madre¨ era la palabra ¨madre¨ y ahí de acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y a veces me estrellaba”.
“En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas”.
“En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas”.
Julio Cortázar
Cito a J.C. porque su confesión sobre su relación con el lenguaje, resume de alguna manera, la curiosidad de la humanidad toda, ante lo desconocido. Y es aquí donde Cortázar se conecta con lo mítico, desde la extraña atracción que le producen las palabras y lo que ellas pueden llegar a encerrar. Tal es su inconformismo ante lo que se presenta como real, que ensaya nuevas versiones y se inventa nuevos recorridos inclusive para los personajes míticos, obviamente que como él mismo lo evidencia, tuvo escritores que lo invitaron a adentrarse en lo clásico, como se observa en Imagen de Jhon Keats, escrita entre 1951 y 1952.
Es esta concepción de la escritura y del mundo, la que lo llevó a escribir textos como Circe , Los reyes o Las ménades.
Para Jauss (1989,241) una obra clásica articula un diálogo entre un sujeto presente y un discurso pasado, donde el sujeto presente descubre la respuesta implícita contenida en el discurso pasado y la percibe como respuesta a una cuestión que le compete plantear ahora.
¿De qué manera se conecta la Circe arquetípica con la Circe de Cortázar? ¿Qué sentidos despierta para mi, lector moderno, inmerso en mar rodeado de circes televisivas y fórmulas mágicas que se compran con tarjetas de crédito en forma telefónica?
2 comentarios:
En lo que respecta a lo que dice Mircea Elíade me parece perfecto:"No se llega a ser verdadero hombre, salvo conformándose a la enseñanza de los mitos, salvo imitando a los dioses." Ahora me pregunto, ya que nosotros imitamos a los dioses, será que éstos imitaban, también a sus propios dioses?
¿Para que existen tantas religiones en el mundo si ni siquiera podemos vivir en comunidad en este mundo "globalizado"? Las religiones (como instituciones) han separado a los mismos hombres que la integran. A ciencia cierta no podemos comprobar la existencia de Dios, sólo la podemos experimentar cuando buscamos conocernos interiormente. Lo que si sabemos es que hay algo inmaterial en todos los seres (el hombre sólo se destaca por su racionalidad) que llamamos energía. Por lo tanto Dios está en nosotros y en los demás seres que integran este universo y todos los demás universos que engloban a éste(como cajas chinas). Podrán pensar que estoy loco, pero ésta siempre convive con el hombre.
En fin "hay tantas religiones como hombres hay en el mundo" como dijo alguna vez Gandi.Lo interesante sería buscar el bien a pesar de que jamas podremos erradicar el mal de este mundo por ser parte de nuestra naturaleza.
Tratemos de ser mejores hombres aprendiendo del bien y sobre todo del mal. No intento decir con esto que practiquemos el mal, sino ser conciente de éste para hacer el bien.Tal vez así aprendamos a ser mejores, tal vez nos semejemos más a Dios (o los dioses, por qué no?)
San Agustín dijo:"si Dios quieres ser. Qué te diré? Dios eres"
Publicar un comentario