13 de junio de 2005

La nación: Los griegos están de moda?

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Una vuelta a la dramaturgia clásica Los griegos están de moda Las comedias y las tragedias encuentran entusiastas directores que las reinterpretan para volcar su propio pensamiento en producciones para adultos, infantiles y coreográficas
Históricamente, el teatro clásico griego sólo era abordado por los teatros oficiales o por algún que otro intrépido director del off que con su solo nombre garantizaba un mínimo número de espectadores. Pero en los últimos meses el teatro porteño demostró un gran cambio en ese aspecto. Se representaron y se representan un gran número de obras basadas en clásicos de la dramaturgia griega del siglo V a.C. Tal vez la mayor difusión se alcanzó en febrero pasado, cuando la Fundación Konex estrenó "Hipólito y Fedra" (en versión de Alejandro Ullúa), "Las troyanas" (Rubén Szuchmacher), "Electra-shock" (José María Muscari) y "Odisea, la comedia infantil" (Héctor Presa) en el marco de un ciclo sobre el Siglo de Pericles. Pero sus hacedores aseguran que más de 50.000 personas disfrutaron del Festival de Cultura Griega con las cuatro obras mencionadas.
Pero en el mismo período, hasta ahora, se estrenaron varios títulos que están basados en tragedias o en mitos griegos: "A mamá", basada en "La Orestíada", de Esquilo; "Bacantes", basada en "Las bacantes", de Eurípides; "Los reyes", de Julio Cortázar, inspirada en el mito de Teseo y el Minotauro; "Mosaico griego", que tomó textos de Esquilo, Eurípides y Sófocles, y "Necesito que me quieran, aunque sea en un baño", basada en la historia de amor entre Hiparquia y el filósofo Crates. Por su parte, el 4 de junio, el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín estrenará en la ala Martín Coronado una versión de "Medea", de Eurípides, con música de Dmitry Shostakovich. Todas ellas son versiones absolutamente libres y hasta profanas que, por lo general, toman al mito, a sus arquetipos, a las consecuencias de los actos de sus personajes, y a sus caracteres, como reflejo social. El denso simbolismo de Esquilo, el equilibrio expresivo de Sófocles y el realismo reflexivo de Eurípides parecen ser formas ideales para describir sintomatologías de la sociedad, la moral y la política de la Argentina actual. Algo similar a lo que pretendían expresar estos dramaturgos con sus obras.
¿Pero puede o no considerarse una moda volver a estas raíces más profundas del teatro para dar nuevos significados? “No lo veo como moda, sino más bien como una necesidad de volver, quizás, a textos con tanta contundencia conceptual, como lo es una tragedia y un cuento tan claro –dice Muscari, director de «Electra shock»–. En mi caso, el festival del Konex fue la bisagra para interiorizarme en profundidad de las tragedias y también reflexionar desde mí y mis posibilidades de acercamiento a un material estudiado hace tiempo en la escuela municipal de donde egresé. Pero esta vez con ocho años de experiencia como creador encima.”
Los héroes griegos son tan atrayentes por su heroicidad como por su cruel lucha por no sucumbir ante su destino. Aunque, para Nietzsche, no era el héroe quien fallaba, sino el universo entero al que el hombre no sabía o no podía adaptarse, según lo que escribió en “El origen de la tragedia”. Posteriormente, los existencialistas persistieron en esa idea y en la angustia del hombre por la nada previa y posterior a su existencia, y a ésta como un paso inútil. La fatalidad y sus consecuencias pueden ser vinculadas con franqueza e identificación con el hoy.
Para Guillermo Cacace, director y dramaturgista de “A mamá” y “Bacantes”: “El teatro griego y los clásicos en general, en un principio, fueron una cifra por desentrañar. A los quince años me costaba mucho leerlos, pero la admirada maestra que los introdujo en mí lo hizo con tal pasión que sólo se trataba de dar curso a esa extraña iniciación, vencer esa primera impresión y luego perderse. Un año más tarde, leía «Las bacantes» y veinte después las llevé a escena. Las interpretaciones del material se iban sucediendo junto a mi pasaje de la adolescencia a la adultez”.
Versiones muy libres
Todas estas puestas están reescritas y adaptadas con vueltas de tuerca y concepciones artísticas hechas por profesionales, más allá del resultado. “Bacantes” y “Electra shock” tienen una música estridente y una realización casi hiperquinética, en tanto “Los reyes” rescata la poética de Cortázar y el juego del poder y la palabra, en personajes vestidos con ropa actual. “Para un director es difícil encontrar actores de la talla de los que están en «Electra shock», que apuesten a una propuesta más riesgosa que la habitual y que ese riesgo no pase solamente por modernizar su forma, sino por hacer que la obra pueda ser entendida por todo el mundo y sea tan tragedia de verdad que el humor aparezca”, explica Muscari.
A su vez, es curiosa la mirada que Daniel Jorge Fernández le dio a “Necesito que me quieran, aunque sea en un baño”, una “trágica tragedia griega en cuatro trágicos actos sobre el amor en un baño”, basada en el romance entre la joven noble Hiparquia –considerada como la primera mujer filósofa y luchadora por los derechos femeninos– con Crates, un filósofo enrolado en la corriente de los cínicos. “Estos filósofos eran los hippies de la antigüedad y su figura relevante fue Diógenes, el Perro. Eran mendicantes, vivían de la basura, casi desnudos, pero tenían un conocimiento muy profundo de lo que era la filosofía imperante. Tenía ganas de partir de una situación de la antigüedad y encontré esta historia de amor en la que esta joven adolescente conoce a este filósofo bastante mayor que ella, impactada por su modo de vida. Mi personaje Dalmiro es la síntesis de Carates con Diógenes –explica Rodríguez–. La obra no pretende hacer un racconto de tipo histórico y la trabajé en tono de farsa. Trabajo personajes absurdos, donde Mora vive en un gran country, estudia en una universidad privada y conoce a este hombre que vive en un baño y tiene el delirio de creerse un filósofo y un dios renacido.” Por su parte, Cacace afirma que a las tragedias se les tiene un respeto insano. “Yo no me meto con un clásico, como suele decirse, sino con la excitación que me suscita. Hay prejuicios. Se los suele encarar con mucha solemnidad y ésa es una forma de leerlos y no la naturaleza del material, incluso a veces imagino que la energía que circularía en Grecia en sus representaciones debe haber tenido mucho que ver con la misma energía que circula hoy en un sambódromo.”
Por Pablo Gorlero De la Redacción de LA NACION
Productor y auténtico
Roberto Malkassian nació en Salónica, capital de la provincia griega de Macedonia. Hijo de un matrimonio armenio que huía de los turcos, emigraron a la Argentina en su juventud. Hoy es abogado y el año pasado produjo tres espectáculos muy elogiados: “De lágrimas”, “Me gusta y me marea” y “Afuera”. Pero guarda una faceta que salió a relucir con “Los reyes”, su última producción: es un fanático de la mitología griega. Todos los miércoles, dedica tres horas a estudiar “los mitos griegos en la literatura argentina y sus reflejos en la literatura contemporánea”, con Elena Hubert. “Leemos y releemos todos los clásicos, la lírica primitiva arcaica griega. Imaginate que cuando iba al colegio, en Grecia, nuestros héroes no eran Batman y Superman, sino Aquiles, Ulises y Alejandro Magno. Entre nosotros jugábamos a que éramos esos héroes. La salida esperada era ir a Pella, la capital de Alejandro Magno, a pocos kilómetros de Salónica. Tenía arroyos de agua transparente y una fuente de mármol antigua donde abrevaba Bucéfalo, el caballo de Alejandro. No es una entelequia, sino que lo vivís. El arte es un ámbito en el que es difícil mentir. Eso sos vos. Si lo capto, me enriquezco”, explica Malkassian.
Ahora está pensando en “Los siete contra Tebas”, una obra corta de Esquilo. “Cada tanto, los artistas sienten la necesidad de volver a las fuentes y a temas básicos de la naturaleza humana. Las tragedias griegas lo traducen con la mayor claridad y sensibilidad. Los griegos no sólo inventaron la primera novela de Occidente: «La Odisea», sino también el formato del teatro occidental”, afirma contundente y con orgullo.
Obras en cartel
Necesito que me quieran aunque sea en un baño: escrita y dirigida por Daniel Jorge Fernández, en Tadrón, Niceto Vega 4802. Miércoles, a las 20.30.
Los reyes: dirigida por Luciano Cáceres, en El Kafka, Lambaré 866, domingos, a las 19.
Electra shock: dirigida por José María Muscari, en el Regina, Santa Fe 1235, viernes y sábados, a las 20.30.
Medea: versión coreográfica de Mauricio Wainrot, con la participación de Maximiliano Guerra. A partir del 29, en el Teatro San Martín, martes, a las 20.30, y sábados y domingos, a las 17.30.
A mamá: dirigida por Guillermo Cacace, en Apacheta, Pasco 623, sábados, a las 23.
Bacantes (simulacros de lo mismo): dirigida por Guillermo Cacace, en Apacheta, Pasco 623, sábados, a las 21.
Link corto:
http://www.lanacion.com.ar/705006

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