I
El Rock –otro intento (¿fallido, a estas alturas?) moderno por escapar a la modernidad. Tal intento tiene su punto de origen en el grito romántico: ese grito, transfigurado, atraviesa a Blake, cruza a Rimbaud, arde en Nietzsche y estalla en las Vanguardias Históricas (fundamentalmente en el Dadaísmo, y tiempo después en el Situacionismo). Se impone en el Rock –como es muy evidente también en Rimbaud- el culto a lo negro –lo negro, ya en los románticos, aparece como imagen sintética de lo otro de lo occidental-moderno, otro que, por lo general, es lo exótico y cuyos continentes son África y América. “¡Hambre, sed, gritos, danza, danza, danza!”, escribe Rimbaud y, por su parte, Jimie Hendrix incendia su guitarra, invocando al vudú, en un éxtasis lleno de sudor y asfixia.
Lo moderno, de este modo, es lo blanco –lo puro, lo casto, lo bello. El “culto a lo negro” coincide, desde sus inicios, con la progresiva crisis del concepto de lo bello, con el desmoronamiento de su imposición como totalidad en que, junto a la Verdad y al Bien, aparece fundido y fundante. Así, habría que entender al Rock –en tanto manifestación artística poliforme en que se mezclan literatura, música, plástica y danza- como el punto tal vez final de esta disolución, llevada a efecto desde el mencionado “culto a lo negro”, de lo Bello-Blanco-Casto-Puro. En el Rock culminaría aquel proceso que, desde el Romanticismo, ha intentado quitar de su eje, descentralizar, a Occidente, lanzándolo a una deriva que, por lo general, culmina en África y América. Pero, hablando más rigurosamente, tal impulso habría de situarse, como origen, en De Quincey, Baudelaire y Rimbaud (en los románticos no es más que un balbuceo y una vaga intuición que no llega a concretarse). No hay que olvidar, sin embargo, a Blake y su “Matrimonio del cielo y el infierno”:- lo que aparece ahí es una decidida programática de transfigurar la cultura cristiano-occidental al denunciarla como la confabulación (hecha bajo la autoridad del Cordero) en contra de
“Sin contrarios no hay progresión. Atracción y Repulsión, Amor y Odio, son necesarios a la humana existencia”.
De esos contrarios nace lo que los religiosos llaman Bien y Mal. Bien es lo pasivo que obedece a
El proceso que se inicia en Blake –y del cual el Rock, como manifestación estético-filosófica, sería una de sus últimas representaciones- consiste en trastornar el orden cristiano-occidental fundado en el Bien y